Ha costado. Casi en el filo, pero por fin una película ilusionante para los Goya: “El truco del manco” es, sin lugar a dudas, la mejor cinta española de la temporada. Y lo que resulta incluso más importante, la revelación de un nombre a tener en cuenta, un Santiago A. Zannou que, si revalida en próximas entregas lo que apunta en esta, será una de las referencias fundamentales de nuestro cine. Al tiempo.
Lo demuestra con una ópera prima que pone de manifiesto su talento y dominio del arte de la narración cinematográfica. Algo cuyo secreto se basa en ajustarse a la perfección a lo que la historia demanda, y, en ese sentido, Zannou cumple con creces, siguiendo con la cámara a unos protagonistas que se mueven al borde de la marginalidad: uno de ellos, Adolfo (Ovono Candela), a punto de tirar la toalla ante la zancadilla continua en que se basa su existencia; y el otro, Cuajo (Juan Manuel Montilla “Langui”, cantante del grupo de hip hop La Excepción), el auténtico motor de ilusión y energía, a pesar de una discapacidad que hace que todo un lado de su cuerpo esté prácticamente inutilizado.
Siempre habrá quien niegue méritos a este último, empeñado en salir adelante mediante el sueño, en principio utópico, de construir un estudio de grabación que les permita escaparse de una existencia en la que la única manera de sobrevivir es el trapicheo y los pequeños delitos… siempre que no estés dispuesto a ir más allá. Se dirá que, al fin y al cabo, él no interpreta, porque cabe suponer que hay muchos puntos en contacto entre su personaje y él. Una crítica, sin embargo, que se cae al suelo cuando vemos cómo enfrenta la cámara, dotando a su actuación de una sensación de veracidad que lo inunda todo. Y para eso no basta con ser un discapacitado, no: hay que ser un actor.
Pero es que la atmósfera de realidad se extiende a todos los que participan en una cinta que se ciñe, además, a una realidad cambiante donde los idiomas y los orígenes se mezclan en un crisol en el que la forma en la que la gente puede llegar a ser desgraciada escoge casi una encarnación por persona. Una película cruda que raya en la desesperanza, pero que en ningún momento cae en trampas sentimentales que subrayen un mensaje forzado. Además, se ve en un suspiro, metiendo desde el primer fotograma al espectador en lo que le están contando, en esa barriada de vida difícil, y abandonándole en el último fotograma casi con el cuerpo tan dolorido como el de sus protagonistas.
Asimismo, la cinta se ve envuelta por una estupenda banda sonora que, como no podía ser de otro modo, bebe del sonido urbano que resuena en muchas de las calles de nuestro país, unas calles que, vete tú a saber por qué, no suelen tener mucha cabida en nuestro cine (mientras que, en su equivalente norteamericano, han servido de escenario de algunas de las mejores películas y series nacidas al calor de Hollywood). “El truco del manco”, pues, debería servir para demostrar que en España se puede hacer cine que conecte con los gustos y los intereses de tantos espectadores que se acercan a las salas; ahora sólo hace falta que nuestra industria termine de creérselo, deje de dar palos de ciego y apoye a talentos como Santiago A. Zannou: estoy convencido de que hay más como él, simplemente pidiendo una oportunidad. Que se las den y nos permitan disfrutar; pero, hasta que llegue ese momento, no dejen pasar esta estupenda propuesta.
Calificación: 8/10