No le están yendo nada bien las cosas a Walden Media, no ya por el hecho de que Disney parece que no está muy interesada en sacar adelante nuevas entregas de “Las crónicas de Narnia”, sino porque otras producciones de la compañía han naufragado en la taquilla. Eso es lo que le ha sucedido a la ambiciosa “City of Ember: En busca de la luz”, cinta que ni siquiera ha alcanzado los ocho millones de dólares en el mercado norteamericano, convirtiéndose en uno de los fiascos de la temporada otoñal (conviene recordar que contó con un presupuesto de cincuenta millones de dólares, de ahí el batacazo). Menos mal que este año les ha ido mejor con “Viaje al centro de la Tierra”, porque otra de sus propuestas de 2008, “La isla de Nim”, tampoco recaudó lo que se esperaba de ella.
La historia de su nueva producción cinematográfica está basada en un texto de Jeanne Duprau que en España publicó Martínez Roca bajo el título de “La ciudad de la oscuridad”, existiendo además varias entregas de esta saga. La acción del relato se desarrolla en Ember, un lugar que se construyó bajo tierra para de este modo preservar a la humanidad. Una vez transcurrieran un par de siglos, sus habitantes podrían regresar a la superficie gracias a unas instrucciones que fueron guardadas en una caja… que desapareció con el paso de los años. Por suerte, los jóvenes y curiosos Lina y Doon parecen dispuestos a descubrir los secretos de una avejentada urbe en la que la electricidad comienza a fallar, las casas casi se hallan en estado de ruina y los alimentos no es que sean precisamente abundantes y variados.
Sé que a estas alturas muchos ya están cansados de las múltiples adaptaciones literarias que últimamente están llegando a la cartelera, sobre todo de aquellas que van dirigidas a un público infantil o juvenil, pero, al menos bajo mi punto de vista, considero que su calidad suele ser bastante superior a la de otras propuestas que persiguen llamar la atención de estos espectadores. “City of Ember: En busca de la luz” es un agradable filme familiar, una película repleta de metáforas sobre nuestra sociedad que no precisa de grandilocuentes secuencias de acción para mantener nuestro interés. Reconozco que no le gustará a todo el mundo y que ha de existir cierta inocencia para ver una cinta de estas características, pero, si uno logra sumergirse en la narración, sin duda se mantendrá entretenido durante los noventa minutos que dura su metraje.
Desde un punto de vista técnico, sólo cabe lanzar alabanzas al fastuoso diseño de producción de Martin Laing, algo que también se puede decir de Gil Kenan, quien mueve la cámara con pericia para de este modo mostrarnos los distintos recovecos de la ciudad en la que viven Lina y Doon (conviene recordar que nos hallamos ante el primer filme que este director rueda con imágenes reales, habiéndose hecho cargo anteriormente de la estimable cinta de animación “Monster house”). También se agradecen las sólidas interpretaciones del reparto, especialmente de los protagonistas de la historia: la ascendente Saoirse Ronan y el por estos lares casi desconocido Harry Treadaway. Si a ello le añadimos que en el elenco nos encontramos con los nombres de Bill Murray, Tim Robbins, Martin Landau y la televisiva Marianne Jean-Baptiste, todos ellos muy adecuados en sus breves papeles, sólo me resta recomendar aún más el visionado de un digno largometraje que, insisto, sólo disfrutarán determinados espectadores.
Calificación: 6/10